No son pocas las veces en las que, sentada frente al computador, me abstraigo y me pregunto: ¿para qué sigo escribiendo si, ahora, toda la investigación se reduce a lo que ChatGPT o Gemini te responda? Esta es una reflexión de cómo no crear contenido en la era de la IA.
La promesa de crear el doble de contenido el doble de rápido es atractiva para los creadores de contenido. ¿Quién no quiere hacer más con menos? Yo, como profesional de marketing, debería ser la más emocionada con tantas «oportunidades» que ofrece la IA para ser más productiva, más eficaz, más certera… pero no lo soy.
Algo que me encantaba de mi trabajo era brindar información valiosa, curada y cuidadosamente redactada a los usuarios de internet. Y es que la inquietud, la verdadera y genuina inquietud de sumergirte en una duda, contrastando fuentes, analizando con calma y profundidad, concentrada, absorbiendo y buscando respuestas, se ha reemplazado con escribir un simple prompt que te lo dice todo desglosado, que no invita a pensar, a cuestionar, sino que te deja allí, con una respuesta rápida lista para copiar y pegar en tu plataforma de publicación. Que sí, que hay que comprobar la información, que hay que meterle mano para sacarle el mayor provecho a la herramienta, que te ayuda a quitarle el miedo a la hoja en blanco y demás. Pero mi mayor problema con esto es que deja de alimentar mi curiosidad.
¿Por qué todos en LinkedIn parecen ir corriendo sin freno tras de los avances estrepitosos, veloces, y a veces horrorosos que está teniendo la IA? ¿Por qué no puedo ser como ellos y, en su lugar, estoy cuestionándome todo y preguntándome para dónde vamos? ¿Por qué me cuesta aceptar esta velocidad, esta inmediatez, estas «soluciones» que ofrece esta herramienta? ¿Por qué no me alegro con esta velocidad que promete reducir el tiempo de trabajo a la vez que genera «mejores» resultados? ¿Por qué lo veo más como un inconveniente, haciéndome extrañar aquellos años en los que, para escribir un artículo, dedicaba horas enteras para leer, investigar, redactar y pulir en lugar de solo unos pocos minutos? ¿Cuánto más contenido «nuevo» necesitamos? ¿Y por qué tan rápido?
Entonces, ¿para qué seguir escribiendo? Si es que nadie va a leer algo hecho por un humano para conectar con su humanidad, si no está optimizado para SEO, AEO, GEO, SXO y todos los demás términos que nacen con una celeridad que asusta. Ya ni FOMO me da.
Quisiera decir «me rehúso a seguir este camino», pero estamos en el maravilloso, moderno y fugaz mundo de la IA. Debo aceptar lo que es, que aquella época en que se respetaba el tiempo de escritura ya no está, y que debo adaptarme para seguir siendo relevante en este mercado hambriento de información exprés, instantánea, olvidable.
Claro que, habituada al uso profesional de la IA, quisiera pasar este texto por ChatGPT para que me ayude a hacerlo más atractivo, optimizado, correcto, empaquetado. Pero en honor a aquellos tiempos en los que un redactor debía comprometerse con lo que había escrito, asumir sus errores y sus victorias por igual, lo dejaré sin la valiosa revisión del todopoderoso GPT-4o.
Así es como NO se debe escribir en la era de la IA: sin usar IA.
Pero qué le vamos a hacer, así es como realmente me gusta. Y por eso vale la pena seguir haciéndolo, quizás no para los clientes y negocios, sino para mí en este blog.
Deja una respuesta