
Escultura en Las Lajas
14 de agosto, 2017. Ruta Bogotá – Cali – Ipiales. La primera parada oficial del viaje nos llevó a conocer una de las maravillas de Colombia: el Santuario de Las Lajas.
Cruce fronterizo
Con una mochila sobre los hombros y un plan trazado en papel, cruzamos nuestra primera frontera a pie. Un pequeño paso por el Puente internacional de Rumichaca abrió camino a la aventura.

Árbol Milenario El Lechero

Cerca del lago San Pablo, cerca del casco urbano de Otavalo, se encuentra este singular árbol. Considerado como un sitio ritual, ceremonial y sagrado para los indígenas precolombinos y los otavaleños de hoy.

Mercado de Otavalo
Sorpresa que nos llevamos cuando llegamos al que es el mercado más grande de Suramérica. Muchas artesanías «a dólar»; otras tantas disponibles al regateo. Aquí compré una mochila que me acompañó el resto del viaje.

Parque El Cóndor
Desde El Lechero caminamos hasta el Parque El Cóndor, una fundación que rescata, protege y rehabilita aves, incluyendo dos cóndores andinos. En la foto, una águila calva se alza en vuelo.


Cascada Peguche
«El mismo camino los lleva a la cascada», dijo la guía del Parque El Cóndor. Ignorábamos que el camino se bifurcaba y, prácticamente, desaparecía más adelante. Perdidos, sin comida, ni agua, ni señal. Seguimos caminando hasta que el sonido del río nos guió a la cascada Peguche. Acampamos y, gracias a la hospitalidad ecuatoriana, dormimos esa noche con la panza llena.
Basílica del Voto Nacional
Quito mostró su historia y carácter en cada paso. El centro histórico, los parques, las calles, El Panecillo, la mitad del mundo, el lechón, el cuy y la Pilsener nos alimentaron el cuerpo y el alma durante nuestros días en la capital.

Cotopaxi
Casualidades de la vida. Cotopaxi no estaba en los planes, sin embargo, una breve charla con un quiteño nos llevó a conocer un guía local con el que subimos hasta el Refugio José Rivas, a 4.864 msnm.


Quilotoa
Acampar al borde del lago del cráter volcánico valió la pena cuando la noche estrellada apareció. Confianza y certeza de estar en el lugar y momento correctos; y un recuerdo que aún hoy me llena de paz.


Playa de Manta
Mi primer acercamiento al Pacífico.
Playa de Montañita
Vaquitas playeras que, como yo, disfrutaron de varios días nublados en Montañita.
